9 And when he had opened the fifth seal, I saw under the altar the souls of them that were slain for the word of God, and for the testimony which they held:
10 And they cried with a loud voice, saying, How long, O Lord, holy and true, dost thou not judge and avenge our blood on them that dwell on the earth?
11 And white robes were given unto every one of them; and it was said unto them, that they should rest yet for a little season, until their fellowservants also and their brethren, that should be killed as they were, should be fulfilled.
1Y como Saul volvió de los Filisteos, diéronle aviso, diciendo: He aquí que David está en el desierto de Engadí.
2Y tomando Saul tres mil hombres, escogidos de todo Israel, fue en busca de David y de los suyos, por las cumbres de los peñascos de las cabras monteses.
3Y como llegó a una majada de ovejas en el camino, donde estaba una cueva, entró Saul en ella a cubrir sus pies; y David y los suyos estaban a los lados de la cueva.
4Entonces los de David le dijeron: He aquí, el día de que te ha dicho Jehová: He aquí que yo entrego a tu enemigo en tus manos; y harás con él como te pareciere. Y levantóse David, y calladamente cortó la orilla de la ropa de Saul.
5Después de lo cual el corazón de David le hirió, porque había cortado la orilla de Saul;
6Y dijo a los suyos: Jehová me guarde de hacer tal cosa contra mi señor, y el ungido de Jehová, que yo extienda mi mano contra él, porque es ungido de Jehová.
7Así reprimió David a los suyos con palabras, y no les permitió que se levantasen contra Saul: y Saul saliendo de la cueva fuése su camino.
8¶ Después también David se levantó, y saliendo de la cueva dio voces a las espaldas de Saul, diciendo: Mi señor el rey. Y como Saul miró atrás, David inclinó su rostro a tierra, e hizo reverencia.
9Y dijo David a Saul: ¿Por qué oyes las palabras de los que dicen: He aquí que David procura tu mal?
10He aquí, han visto hoy tus ojos como Jehová te ha puesto en mis manos en esta cueva: y dijeron que te matase: mas yo te perdoné, porque dije en mí: No extenderé mi mano contra mi señor, porque el ungido es de Jehová.
11Mira pues padre mío, mira aun la orilla de tu ropa en mi mano: porque yo corté la orilla de tu ropa, y no te maté. Conoce pues, y ve que no hay mal en mi mano, ni traición, ni he pecado contra ti: y tú andas a caza de mi vida para quitármela.
12Juzgue Jehová entre mí y ti, y véngueme de ti Jehová, que mi mano no sea contra ti.
13Como dice el proverbio del antiguo: De los impíos saldrá la impiedad: por tanto mi mano no será contra ti.
14¿Tras quién ha salido el rey de Israel? ¿A quién persigues? ¿A un perro muerto? ¿a una pulga?
15Jehová pues será juez, y él juzgará entre mí y ti. El vea y pleitee mi pleito, y me defienda de tu mano.
16Y aconteció, que como David acabó de decir estas palabras a Saul: Saul dijo: ¿No es esta tu voz, hijo mío, David? Y alzando Saul su voz, lloró.
17Y dijo a David: Más justo eres tú que yo, que me has pagado con bien, habiéndote yo pagado con mal.
18Tú has mostrado hoy que has hecho conmigo bien; pues no me has muerto, habiéndome Jehová puesto en tus manos.
19Porque ¿quién hallará a su enemigo, y le dejará ir buen viaje? Jehová te pague con bien por lo que en este día has hecho conmigo.
20Ahora pues, porque yo entiendo que tú has de reinar, y que el reino de Israel ha de ser en tu mano firme y estable,
21Júrame, pues, ahora por Jehová, que no talarás mi simiente después de mí, ni raerás mi nombre de la casa de mi padre.
22Entonces David juró a Saul: y Saul se fue a su casa, y también David y los suyos se subieron a la fortaleza.